314 – La parodia en el comic
por: Mario Dvorkin & Gonzalo Garcia
Parodia, sátira y farsa en el arte popular.
Si bien los términos parodia, sátira, farsa e ironía pueden parecer sinónimos, en realidad distan de serlo. Como los superhéroes, estos conceptos cuando están juntos, logran una combinación particular que desata la risa con un fuerte contenido crítico y reflexivo.
Recientemente Netflix estrenó la película “Don’t look up!“, una sátira despiadada de nuestra sociedad actual y el desprecio por el destino de nuestro planeta. Parodiando a películas como “Meteoro“, “Impacto profundo” y “Armageddon“, este film sirve como claro ejemplo de dos de los principales recursos que utiliza el ser humano para aliviar el impacto de la adversidad y exorcizar sus propios demonios: la ironía y el humor ridículo.
Parodia
El ser humano recurre a la imitación burlona ya desde niño. La mejor forma de enfurecer a un hermano, padre, madre, amigos o profesores es imitar la forma de hablar, caminar o simplemente algún tic o rasgo característico. Este arte que dominan los mimos a la perfección, puede generar risa y odio con mucha más potencia que un largo discurso acerca de nuestro comportamiento. Por supuesto, para que surja dicho efecto, el público debe conocer la referencia, si no se vuelve un juego de dígalo con mímica.
Sátira
Cuando la parodia se realiza con un fin crítico o una posición política definida y fines moralistas, deviene en lo que conocemos como una sátira. Si bien la sátira puede existir sola sin recurrir a la parodia el espacio común es que logra la mayor potencia reflexiva y educativa.
Las comedias griegas solían parodiar situaciones del ámbito social y político y hasta religioso y recurrir al ridículo para satirizar los males sociales. Esto permitía generar un mecanismo de reconocimiento y sana autocrítica que persiste aún en las comedias teatrales costumbristas y las sitcoms de la actualidad.
El fuerte componente sarcástico y la mirada mordaz del ser humano que caracteriza a la sátira suele recurrir a la exageración de los defectos y a provocar situaciones tan absurdas como hilarantes, recurso conocido como farsa. Está última herramienta es similar en el fondo a lo que la caricatura es para el dibujo.
La sátira en la literatura
El filósofo alemán George Hegel escribió que la historia suele repetirse dos veces. Karl Marx, un estudioso de Hegel le agregó a dicha oración la frase: “La primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”.
Ese sabor triste y melancólico propio de la sátira se refleja tempranamente en la literatura griega, romana y más tardíamente en obras europeas como por ejemplo “Don Quijote de la Mancha”, una ácida parodia del ideal caballeresco, o “los viajes de Gulliver” de Johnathan Swift.
Para que la sátira funcione, la parodia de la realidad debe ser reconocida por el público, sólo así se logra el efecto explosivo. Como si se tratara de la “antimateria” de la situación, tema o personajes que copia, es la colisión con la “materia” original que conservamos en nuestra memoria lo que provoca esa explosión cómica propia de la sátira. Por eso es importante que el público conozca perfectamente el tema, el arquetipo social o el contexto para apreciar correctamente la ironía desplegada, en especial , cuando el autor lo hace sutilmente y con maestría como la de René Goscinny en “Asterix” por ejemplo.
El séptimo arte y la parodia
La parodia abarca todos los géneros de la comunicación. Junto con la película de a la que nos referimos en el inicio encontramos sátiras en todas las cintas de Charles Chaplin, Laurel y Hardy y Los Tres Chiflados, en films italianos como “Los desconocidos de siempre” (parodia hilarante del film francés Rififi), “La Pantera Rosa“, “Casino Royale” y los máximos exponentes del género como “El jóven Frankenstein“, una de las muchas de Mel Brooks, “Top Secret“, “¿Dónde está el piloto?“, “La pistola desnuda“, “Scary Movie“, “Austin Powers“, “Johnny English“, “George de la selva“, para nombrar solo algunas.
En la otra pantalla, la de la TV, a la irreverente corriente de los “Monty Phyton” en el Reino Unido, se suma a los de SNL en los Estados Unidos y a series emblemáticas como “Los Vengadores“, “Superagente 86” (Get Smart) y “Jim West“, tres parodias de James Bond.
La serie de los 60 de Batman y El Chapulín Colorado del inolvidable Chespirito satirizan el mundo de los superhéroes, SledgeHammer a los detectives duros.
En la actualidad , Los Simpsons y South Park se han consolidado como dos de los más geniales ejemplos de irreverencia y autocrítica parodiando la sociedad americana y su relación con el mundo.
La parodia y la sátira en el cómic
La historieta, otro vehículo cultural nacido mucho antes del cine (a principios del Siglo XIX) fue concebido desde el inicio como elemento de sátira social y con un fin claro de educar y divertir. Las obras de Rodolphe Toppfer, su creador, como” Les Amours de Monsieur Vieux Bois“, “Voyages et aventures du Docteur Festus“, “Histoire de Monsieur Cryptograme“, “Histoire de Monsieur Jabot“, utilizan el absurdo y la sátira producto del propio gusto de Toppfer por este género literario basado en parte en artistas como Tácito y los franceses Moliere, Racine y Rosseau y las ilustraciones de Hogarth.
Siguiendo este principio rector de su creador, las primeras BD se orientan en esa dirección como se puede ver en los trabajos de Wilhelm Busch, “Max y Moritz“, en Alemania.
Posteriormente en los Estados Unidos, la idea continúa de la mano de Richard Outcault con “The Yellow Kid“.
Y también se destacan Frederick Opper ( Happy Hooligan), Rudolph Dirks (The Katzenjammer kids).
Y George Herriman con “Krazy Kat“, Winsor McCay con “Little Nemo in Slumberland“, estos últimos dos menos ligados a la sátira social y más ligados al absurdo y al delirio onírico respectivamente.
En tiempos de la gran depresión de 1929, nace en los Estados Unidos la historieta de aventuras (Tarzán, Buck Rogers y Dick Tracy, seguido por sus imitaciones no satíricas, Jungle Jim, Flash Gordon y Agente secreto X-9) marcando el camino para el desarrollo del cómic de superhéroes a partir de la publicación de Superman (1938), Batman (1939) y la Mujer Maravilla (1941) lo que genera una verdadera explosión del género y hace escalar enormemente la difusión de los comic-books.
Si bien los temas tratados pueden tocar lo fantástico, estos cómics se inscriben dentro de la órbita realista. Sin embargo, el enorme desarrollo de este género deriva inevitablemente en sátiras de los personajes clásicos como puede ser Shazam o Plastic man, la genial creación de Jack Cole.
Mientras los personajes de Disney parodian situaciones de la sociedad humana o clásicos literarios (Los cuentos infantiles, los mitos artúricos y los folletines de Dumas) aparecen sátiras de sus personaje más icónicos comenzando con Super Ratón (1942), Paperinik el super pato (1969), Howard the duck (1973) y Darkwing Duck (1991) como parodia de The Shadow.
Con la llegada de la revista MAD la sátira y la farsa alcanza todos los géneros y medios. Wally Wood con Superduperman y Batboy y Rubin junto con parodias satíricas de “Terry y los piratas” (Teddy y los piratas) y a GI Joe (GI Shmoe) se alinean con las versiones farsescas de las películas más icónicas del arte pop.
Otro género que no escapó al ojo filoso de la creación de la caldera de Harvey Kurtzman fue el género de fantasía Heroica, con la obra “Groo” de Sergio Aragonés, contando con el antecedente de Barry Smith con su “Norman el bárbaro” en la National Lampoon, hasta llegar a Dave Simm con “Cerebus the Aadvark” ni Conan se salva del ridículo. Las imitaciones burlonas del mítico guerrero de Hiperboria sigue siendo una irresistible forma de tomarle el pelo al machismo más acérrimo.
Groo the Wanderer, creado por Sergio Aragonés y Cerebus de Dave Simm
Del otro lado del océano, contrastando con la BD realista y más “seria” de la Revista Tintín (con excepciones, como la parodia del western “Chick Bill” de Tibet, o Modeste y Pompon de Franquin) la editorial Dupuis construye en Marcinelle un universo más burlón y satírico con Spirou y Fantasio , Gastón Lagaffe y Boule et Bill (costumbristas) , Tif y Tondú, Gil Jourdan, Natacha, (detectivescas) Sybilline (crítica social), Sammy (gangsters), Casacas azules (western), Quena y el Sacramús (ciencia ficción) y en especial Los Pitufos. Sin embargo, la sátira llega a su máximo esplendor de la mano del genial Rene Goscinny que inflama la BD con el espíritu bromista y absurdo heredado de la revista MAD en creaciones como El profesor Tric (con Bob de Moor), Signor Spaghetti (con Dino Attanasio), Modeste y Pompón (con Franquín), Lucky Luke (una parodia previa del Far West de Morris y que Goscinny lleva a su clímax satírico), Achille Talon (con Greg) hasta su creación cumbre con Uderzo: Asterix el galo.
En nuestro país, el espíritu satírico se instala desde el principio en la historieta siguiendo el patrón de la caricatura política europea y la tira diaria norteamericana: “Viruta y Chicharrón“, “Sarrasqueta“, “Maneco“, hasta llegar a “Patoruzú“, “Avivato“, “Fúlmine“, “Don Fierro“, “el otro yo del Dr Merengue“, el Jeckyll y Hyde de la historieta argentina.
Luego surgieron las parodias de Sherlock Holmes (Inspector Antifaz), de Supeheroes (SuperHijitus), de pilotos de avión (Lupin) o de autos (Fitito) hasta llegar a James Bond (Dennis Martin de Wood-Fernandez y Pepe Sanchez del genial Carlos Vogt junto a Robin Wood y a “Cazador” en el género superhéroes, por nombrar a algunos.
Particularmente productiva resulta la etapa de Satiricón, Humor y Hortensia, las revistas en la senda de la MAD y los trabajos de uno de los mas grandes del arte gráfico, el negro Fontanarrosa. Sus incursiones en los estereotipos del detective duro (Boogie el aceitoso), del gaucho estilo Martín Fierro, (Inodoro Pereyra) quedarán para siempre en el panteón de la genialidad satírica junto a su ingeniosa interpretación de los Clásicos de la literatura.
En España, sumada a las parodias serias como el “Capitán Trueno” (basada en Príncipe Valiente) encontramos a los superhéroes como “Súper López” de Jan.
Súper Lopez de Jan y Sir Tim O’Theo de Raf
Son múltiples las parodias de Sherlock Holmes con Juan García Junceda, C. Rojo (Cocolicha y Tragavientos), Gabriel Arnao (Sherlock Lopez y Watso de leche), Palop (Sherlock Pomez), Raf (Sherlock Gomez, Sir Tim O Theo). Gañan, de Najera Ortega (Conan), Torpedo de Abuli y Bernet (Gangsters).
Como parodia al inefable agente 007 tenemos a “Anacleto“, Agente Secreto de Vázquez y a Ibañez que además de las de género costumbrista con “13 Rue del percebe“, “Pepe Gotera y Otilio”, la familia Trapisonda y sus farsescos “Mortadelo y Filemón” incursiona en el género gracias al archivillano bondiano: el profesor Bacterio y sus armas no convencionales.
En la parodia del género de aventuras podemos citar a Mique Beltrán con “Cleopatra“.
En Francia luego de la revolución generada por Pilote, la creación de Goscinny-Uderzo-Charlier que rescatan a los paródicos más acérrimos como los de la efímera “Hara Kiri” y que después de los ’70 destacan en “Fluide Glacial“, los ’80 son testigos de la enorme creatividad de talentosos como Yves Chaland, Serge Clerc, Ted Benoit, Francois Margerin, Luc Cornillon, Floc’H.
En los Estados Unidos siguiendo el espíritu burlesco de Will Eisner con “The Spirit“, las śatiras fílmicas de la MAD en los ’60 y ’70, las películas señeras de Mel Brooks y la serie de “Donde está el piloto“, “Top Secret“, etc, ya se ha instituido las sátiras de géneros como el de terror, épico, bélico, romance como moneda corriente.
Resulta interesante señalar que el universo fílmico de Marvel, a diferencia de su competidor DC, supo instalar un sutil clima satírico de su propia mitología con constantes guiños al lector quien se siente incluído en las bromas. Se nota la mano de Stan Lee que permite romper el dogmatismo y la seriedad, cosa que en la DC sólo se nota en las series animadas de Bruce Timm y los Teen Titans. De las tres versiones de los Teen Titans, la última la más farsesca de todas. Yo particularmente me quedo con las dos versiones animadas, toda la vida. Y hablando de farsa, el extremo del ridículo del género se logra con Deadpool.
Resulta claro que la capacidad de criticar y de burlarse de las costumbres, ideas políticas y religiosas y hasta del aspecto físico de uno mismo, es un sano ejercicio social e individual. Es así que mientras más temprano aprendamos a reconocer nuestras imperfecciones y a detectar y burlarnos de nuestros prejuicios, más oportunidades tendremos de construir una sociedad emocional e intelectualmente más sólida y abierta. Porque un pueblo capaz de criticarse y reír de sus propias ridiculeces es un fiel exponente de una sociedad tolerante en la que (y para la que), vale la pena vivir.
Bibliografía recomendada
Linda Hutcheon – “A Theory of Parody. The Teachings of Twentieth-Century Art Forms”
Mollov P. – “Problemas teóricos en torno a la parodia. el “apogeo” de la parodia en la poesía española de la época barroca”
García Rodriguez M. – “De La Parodia Como Intergénero”
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