198 – La escuela de Marcinelle
por: Mario Dvorkin & Gonzalo García
El término escuela define, por un lado, el legado de un maestro que ha modificado o engrosado el cuerpo de doctrina o la práctica de habilidades en una disciplina y por otro el espacio físico donde ese legado es trasmitido a una nueva generación de seguidores. Si bien las bases de la historieta moderna quedaron sentadas a mediados del siglo XIX con la obra de Rodolphe Topffer, la creación y difusión de esta recién se da a principios del siglo XX tanto en los Estados Unidos como en Europa.
En este sentido, el 9° arte como fuera definido tiempo después es relativamente joven. Muchos de los iniciadores de este camino, creadores de escuelas como Walt Disney, Siegel y Schuster, Bob Kane o Hergè fueron autodidactas y tuvieron que resolver situaciones sin ejemplos a imitar. En el caso particular de Europa, la aparición de Tintín en 1929 influenció a partir de allí toda la BD franco-belga como la conocemos en la actualidad.
En 1938 la editorial Dupuis decide lanzar una publicación semanal destinada al público joven que incluye alguna de las publicaciones series americanas y belgas, cuyo nombre responde a un personaje creado para la ocasión por un dibujante francés residente en Bélgica llamado Robert Velter (RobVel). Dicho personaje es nada menos que Spirou (ardilla o chico revoltoso). Cuando RobVel es movilizado a inicios de la Segunda Guerra Mundial, aparece en escena el genio creador que daría nacimiento a la escuela a la que nos vamos a referir hoy: Joseph Gillian más conocido como Jijè.
Jijè toma a su cargo el dibujo no solo de Spirou sino que debe compensar el veto de la series americanas desplegando su enorme talento en todas la áreas incluso en el dibujo más realista, como por ejemplo con Jean Valhardi, con guiones de Jean Doisy. Debido al contenido infantil de las series, el journal Spirou escapa durante unos años a la censura nazi. Sin embargo, en 1943 es censurado por pro-americano, persistiendo en ediciones de compilación o almanaques. Luego de la liberación de Bélgica, la revista retorna con un fenomenal empuje creativo dado por el maestro Jijé y sus discípulos. Junto a Jean Michel Charlier, Victor Hubinon, Eddy Paape y Albert Weimberg, Jijè introduce a sus primeros tres discípulos, André Franquin, Maurice Bevere y Will Maltatite formando el célebre grupo de los 4, todos habitantes de la casa de Jijè en Waterloo.
No conforme con haberlos formado artísticamente y hospedarlos, el gran Jijè cede su propio trabajo para la revista a sus discípulos y los hace conocidos. Franquin se hará cargo de Spirou y Fantasio, éste último creado por Jijè, Eddy Paape dibujará Jean Valhardi y Blondin et Cirage pasa a manos de Victor Hubinon. Como la editorial Dupuis tenía su imprenta en el barrio de Marcinelle, distrito de Charleroi, esta verdadera escuela en lo estilístico, temático y técnico se denominará en honor a estos fundadores como la escuela de Marcinelle o de la línea oscura. Esto es para diferenciarla de lo que después se llamaría escuela de Bruselas o de la línea clara capitaneada por Hergè.
Esta primer tanda formada por Jijè y sus discípulos permite la continuación y desarrollo de personajes ya creados como Spirou de RobVel, Tif et Tondu de Fernand Dineur, Jean Valhardi y Blondin et Cirage de Jijè, Buck Danny de Charlier y Hubinon. También la aparición de Lucky Luke por Morris y con la llegada de la segunda camada de la escuela, que se convirtieron en ayudantes de los tres iniciales, la aparición de nuevos personajes como Gil Jourdan de Maurice Tillieux, Starter y Sophie de Jidehém, Johan et Pirluit, Benoit Brisefer y Los Pitufos de Peyó, Boule et Bill de Jean Roba.
Con esto queda definido el estilo dinámico, caricaturesco, de línea variable y sombras que después sería bautizado como estilo Atom, característico de ésta escuela de Marcinelle/Charleroi. La escuela iría creciendo con las incorporaciones de Francois Walthery autor de Natacha, Roger Leloup autor de Yoko Tsuno y para seguir nombrando personalidades, artistas de la talla de Gos, Mittacq, Mittei, Rene Goscinny, Greg y Gir.
Es de destacar que a diferencia de la escuela de Bruselas, la de Marcinelle se destacaba por la colaboración de todos los artistas en la realización de las diferentes series tomando como base toma el estilo de Franquin, tal vez el más talentoso de dicha escuela. Es por eso por lo que en Spirou, Gaston Lagaffe, Tif et Tondu, Gil Jourdan, Sophie, Benoit Brisefer o Los Pitufos pueden verse vehículos, escenarios o personajes dibujados por este colectivo creativo de la línea oscura.
La educación es en definitiva un acto de amor. Y es ese amor por la BD y por los discípulos lo que podemos destacar finalmente de esta escuela señera. No solo los dos únicos personajes capaces de hacerle sombra a Tintín (Asterix y Lucky Luke) provienen en última instancia de esta escuela, sino que su legado ha pasado a varias generaciones que, habiendo sido lectores en su infancia del Journal Spirou se convirtieron a su vez en grandes de la BD mundial como Moebius, Meziers o Chaland para nombrar sólo a algunos.
La escuela de Marcinelle es un ejemplo para imitar porque dejando de lado el aspecto del desarrollo artístico, el legado más notable de gigantes como Jijè y Franquin es el del trabajo incansable, gran honestidad intelectual y una humanidad y una generosidad sin límites. Vaya entonces nuestro pequeño homenaje a una gran escuela.
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