Una Historia de la Fantasía 14 – La fantasía mágica y onírica de Lord Dunsany
por: Claudio Díaz
¡Hola! Bienvenidos a un nuevo capítulo de «Una Historia de la Fantasía», una visión personal surgida de la lectura y el coleccionismo.
Debo, en principio, pedirles disculpas por la pausa de dos semanas desde mi último programa hasta el de hoy. Mi espalda no es la misma de hace unos años pero la voluntad sí, y por eso intenté tareas de jardinería que debería haber tomado con mayor calma. Por fortuna los músculos se reparan con un poco de reposo y bastante paciencia, razón por la cual estoy de nuevo con ustedes.
Edward John Moreton Drax Plunkett, décimo octavo barón de Dunsany, más conocido como Lord Dunsany, fue un escritor de enorme calidad. Es curioso que sea poco conocido en castellano y que sus obras sean difíciles de encontrar incluso en inglés, pero créanme cuando les digo que la obra de este autor fue indispensable para el desarrollo de la fantasía moderna, tanto la épica como la heroica, sin dejar de lado el horror cósmico. Su estilo tan particular y ameno a la vez inspiró y anticipó a grandes autores de la talla de H. P. Lovecraft, Clark Ashton Smith, Lin Carter, Lyon Sprague de Camp y Fletcher Pratt, lo que no es poca cosa.
Dunsany nació en 1878 en Londres, de familia noble irlandesa, y falleció en 1957 luego de una vida intensa en la cual tuvo muchas ocupaciones diversas. Participó en la guerra contra los Boers y en la primera guerra mundial, fue escritor, cazador, ajedrecista, poeta, deportista, ensayista y dramaturgo. Su obra supera los sesenta libros publicados, todos ellos escritos con pluma de ave, como corresponde a quien disfruta del arte de la escritura, de los cuales los más conocidos son «Cuentos de un Soñador», «Los Dioses de Pegana» y «La Hija del Rey del País de los Elfos».
Aunque su obra fue variada, como hemos visto, es más recordado por sus relatos de fantasía, algunos más cercanos a los cuentos de hadas y otros a la fantasía moderna, precursora de autores como John Ronald Reuel Tolkien. También era un gran titulador, condición necesaria para cualquier autor de fantasía. Como ejemplo podemos mencionar «El Tiempo y los Dioses», «El Libro de las Maravillas» y «Don Rodrigo, Crónicas del Valle Sombrío».
Mi primer contacto con este escritor tuvo lugar cuando adquirí el número 54 de Nueva Dimensión, ejemplar dedicado a la fantasía heroica. Tendría yo en aquel momento unos doce años y se puede decir que me tentaron la portada de Frank Frazetta, ilustrador inigualable de temas heroicos y salvajes; las ilustraciones internas de Esteban Maroto, un genio de la tinta como se puede ver aquí; y un cuento de Conan que me era desconocido, «El Pueblo de la Cima», de Björn Nyberg.
El relato de Dunsany incluido en el ejemplar se titula «El Tesoro de los Belinos» – «The Hoard of the Gibbelins» en la versión original, conseguida por mí años después, ilustrada por otro coloso como Virgil Finlay y prologada por Sprague de Camp. Dunsany nos narra aquí una historia influenciada por los relatos de caballería, con un toque moderno y grandes dosis de humor, que trata del caballero Alderic, miembro de la Orden de la Ciudad, quien desafía al destino para conquistar el tesoro de los afamados e infames belinos del título, un tesoro que guardan en una torre situada al borde del mundo conocido con el objetivo de atraer incautos y alimentarse de su carne.
Un par de años después llegó a mis manos el libro “Los Mitos de Cthulhu“, gran recopilación de Rafael Llopis editada por Alianza Editorial, un volumen que se ha vuelto fundamental con los años y que debería figurar en toda biblioteca personal de fantasía. Ni que hablar del impresionante y completo prólogo escrito por el propio Llopis. O de la cita en página 7, escrita en castellano antiguo, tomada del Necronomicón hallada por F. Torres Oliver en la biblioteca de Simancas.
Aquí nos encontramos con los autores más importantes que han formado parte del círculo de Lovecraft, a saber: Clark Ashton Smith, Frank Belknap Long, Robert Howard, Henry Kuttner y, por si eso fuera poco, también hallamos a los continuadores August Derleth, Robert Bloch, Ramsey Campbell y a los precursores: Arthur Machen, Ambrose Bierce, Robert Chambers, Algernon Blackwood y el autor que nos ocupa.
La obra que representa a Dunsany en esta antología digna de los dioses se llama «Días de Ocio en el País del Yann», un relato fantástico situado fuera de este mundo, en un país imaginario de ambientación onírica, legendaria y detallada, envuelto en una redacción directa y delicada a la vez. Este relato es un ejemplo ideal de la obra del autor, y prefigura lo que Lovecraft escribirá después en el llamado Ciclo de Randolph Carter.
Es que el genio de Providence fue un gran admirador de Dunsany, justo es decirlo. En este relato encontramos también la pasión por el detalle en las descripciones de culturas y reinos imaginarios, tan propia de la literatura fantástica actual.
Dunsany fue cultor también del cuento de fantasmas, muy popular en la literatura de horror, aunque siempre con una vuelta de tuerca que lo hacía especial. Aquí, en esta antología titulada Los Mejores Cuentos Fantásticos, reunida por Cynthia Asquit y editada en castellano por Emecé, encontramos el relato «Cricket de Otoño», en el cual un viejo cuidador de un campo de cricket, pese a las recomendaciones que le hacen sus allegados, se acerca cada noche al sitio en cuestión, pues dice que puede ver a los antiguos jugadores fallecidos repetir sus mejores jugadas. Nadie le cree, por supuesto, hasta que los jugadores fantasmales le piden que se una al equipo como miembro honorario.
Lord Dunsany también creó al personaje recurrente Jorkens, miembro de un selecto club de billar que, en cada reunión, aprovechaba para contar alguna anécdota que bordeaba lo insólito y a veces hasta lo imposible, pero que narraba con la habilidad que le daba el ser un hombre de mundo. Aquí, en este ejemplar de octubre de 1954 de The Magazine of Fantasy and Science Fiction –aclaro que así llegó a mis manos, bastante castigado por el uso–, hallamos uno de sus relatos, de nombre «Misadventure», en el que Jorken nos cuenta, de una manera bastante profética, lo que puede acechar en el futuro, cuando llegue el momento en que las máquinas mecánicas piensen por sí mismas y actúen en consecuencia.
La obra de Dunsany fue adaptada a la historieta en algunas oportunidades, por ejemplo, en este ejemplar publicado por ediciones Récord a finales de los años setenta. Aquí, junto a otros clásicos de la literatura como «El Corazón Delator» de Poe, «La Gallina Degollada» de Quiroga y «La Pata del Mono» de Jacobs, encontramos una versión de «Donde Suben y Bajan las Mareas», adaptada por Carlos Trillo e ilustrada en forma magistral por Alberto Breccia. Una historia que habla del castigo ejecutado sobre un hombre cuya afrenta nunca se dice pero que fue tan terrible que a su alma se le negó escapar del cuerpo muerto, abandonado en el fango que separa la ciudad del río.
Espero que hayan disfrutado de este recorrido modesto por la obra de un grande de la literatura fantástica. Gracias por haberme acompañado hasta aquí, nos vemos en la próxima entrega de Una Historia de la Fantasía.
— o —
Te invitamos a seguir leyendo.
Envianos tus consultas a través del email hola@gcomics.online.
Son bienvenidas las propuestas e ideas.
También podés escuchar nuestro PODCAST.
Encuentra los libros que publicamos en papel en NUESTRA TIENDA.
— o —
Seguinos en Telegram, Facebook, Instagram y en Twitter para estar actualizado sobre las novedades de historietas y dibujo.
Estamos también en Google Podcast, Spotify, Itunes, Ivoox, Stitcher y TuneIn.