Una Historia de la Fantasía 10 – Catherine L. Moore, princesa guerrera de Weird Tales
por: Claudio Díaz
Hola, bienvenidos a una nueva entrega de Una Historia de la Fantasía. Hace un tiempo me puse a pensar en la gran cantidad de autoras de literatura fantástica que tenemos la suerte de disfrutar en nuestro país. Son muchas, y todas ellas de una enorme calidad. La lista sería interminable, incluso si nos ponemos en exquisitos.
Aquí, por ejemplo, tenemos “El Peregrino de la Medianoche“, recopilación de cuentos de Graciela Rapán, quien además ha participado en numerosas antologías, dejando siempre el listón bien alto. Como este título dedicado a la fantasía heroica, “Relatos de Espada y Brujería“, de la cual fui el compilador, o “A la Sombra de los Primigenios“, dedicado al gran maestro del terror cósmico. Graciela es capaz de cubrir por separado, o combinar con acierto, el misterio, el terror, la fantasía y el humor.
Sin embargo, hace un siglo atrás, el panorama literario era muy distinto, y fue necesario el esfuerzo de varias escritoras, pioneras del género, para cambiarlo. Hoy quiero hablarles de una de ellas, la inolvidable y fantástica, nunca mejor dicho, C. L. Moore.
Catherine Lucille Moore nació en 1911 y tuvo una salud débil durante la infancia, que la llevó a pasar muchos años alejada de la escuela. Durante esta temporada aprovechó para leer con avidez a los autores fantásticos de la época y desarrolló un interés especial por dedicarse a este género, llegando a publicar algunos cuentos de hadas en la revista independiente “The Vagabond“. El crack del ’29 le impidió continuar con su carrera universitaria y la obligó a buscarse un trabajo fijo.
A los veinte años se desempeñaba como secretaria de oficina, ocupación que le dejaba mucho tiempo libre. Para llenar las horas decidió escribir relatos como los que leía y disfrutaba en las revistas pulp. Envió uno de ellos a “Weird Tales“, una de las más famosas revistas de la época. El relato era “Shambleau“, en el que presentaba al personaje Norwest Smith. Fue aceptado por el editor Farnsworth Wright de inmediato y publicado en las páginas de la revista que tanto admiraba en el número de noviembre de 1933. Por esta publicación cobró cien dólares, que era lo mismo que ganaba en todo un mes de trabajo.
El ciclo de relatos de Norwest Smith fue uno de los más importantes surgidos de su máquina de escribir. Su protagonista, un hombre duro similar a los pioneros que habían colonizado el oeste norteamericano, vestido con traje de cuero gastado y pistolera a la cintura, vagaba sin rumbo por los planetas recién colonizados del sistema solar, mezclándose con especies ocultas más antiguas que el hombre y enfrentando amenazas que en el pasado considerábamos sobrenaturales, como el vampirismo, la brujería o la licantropía.
Moore había firmado con sus iniciales para que no se enteraran en la oficina, lo cual llevó a que varios colegas escritores le escribieran para “felicitar al señor Moore” por sus excelentes fantasías. Catherine mantuvo correspondencia con Robert Howard, Howard Philips Lovecraft y otros grandes que se convertirían en leyendas, entre ellos, Henry Kuttner.
Kuttner también cayó en el error de pensar que se trataba de un autor y le escribió para encontrarse e intercambiar ideas, tan grande era el impacto que le habían producido sus cuentos. Aunque las fuentes no dicen si Kuttner se enteró del sexo de su colega por carta o al encontrarse, lo cierto es que debe haberse llevado una buena impresión, ya que para 1940 estaban casados, dando así origen a la pareja más prolífica de la fantasía y la ciencia ficción. Escribieron en conjunto con seudónimos, siendo el más conocido de ellos el de Lewis Padgett.
Otro éxito temprano de Catherine fue “El Beso del Dios Negro“, relato publicado el ejemplar de Weird Tales de octubre de 1934, en el cual presentó a Jirel de Joiry, reina guerrera de un país medieval que recurría a la brujería del dios mencionado para combatir contra un invasor mucho más poderoso.
Catherine Moore participó de un experimento interesante, allá por 1935. El editor de “Fantasy Magazine“, Julius Schwartz, propuso a los mejores autores del momento escribir un relato encadenado, en el cual cada uno escribiría una parte. El resultado fue “El Desafío del Más Allá“, comenzado por Catherine y continuado por Abraham Merritt, Lovecraft, Robert Howard y Frank Belknap Long.
Catherine escribió también obras independientes, sin personaje fijo, como la novela corta “No Woman Borne“. El relato está protagonizado por una cantante famosa, popular en el mundo entero, que resulta atrapada en un incendio del cual pudieron rescatar su cerebro y, ciencia mediante, mantenerlo con vida en un cuerpo cibernético. El gran hallazgo de Moore fue no darle aspecto femenino al cuerpo artificial, pero en cambio otorgarle feminidad en sus movimientos, gestos, maneras y tonos de voz, todos dependientes del espíritu que anima a la maquinaria, y con los cuales la protagonista aspira a recuperar su público.
Lo que voy a decir ahora es pura especulación de mi parte, pero lo cierto es que este relato fue escrito en diciembre 1944, ocho meses después de que Marion Harris, una de las más bellas voces del jazz, falleciera en un incendio. Siendo como soy fanático de la fantasía, la ciencia ficción y el jazz de principios del siglo veinte, la coincidencia no me paso desapercibida. Pero lo que más me llamó la atención fue que uno de los coprotagonistas del relato se llama, ni más ni menos, Harris, como la cantante fallecida. ¿Será, quizás, un homenaje? No tengo manera de comprobarlo.
Otro relato escrito por Moore es “Cita en el Tiempo“, en el cual su protagonista, que lo tuvo todo en la vida, viaja de época en época con la ayuda de una máquina mochila fabricada por un amigo, en busca de lo único que nunca tuvo, un amor imposible. Como la mujer a la que ama se reencarna de época en época, el relato aparece incluido en el libro “Historias de lo Oculto“.
Kuttner murió en 1958, lo que llevó a Catherine a abandonar la escritura de relatos para revistas, volcándose durante los siguientes cuatro años a escribir, como Catherine Kuttner, guiones para televisión para series como “Maverick” con James Gardner o “The Alaskans” con Roger Moore. En esta época, además, dio clases de escritura en la universidad. En 1962 volvió a casarse y abandonó su trabajo literario, entre otras razones, porque ya no se ganaba lo suficiente para vivir y las revistas habían perdido la masividad de antaño. Murió en 1987, tras una lucha contra el alzheimer.
Pero nos dejó un gran legado escrito y su influencia en otros medios. Las películas “Timescape” de 1992 y “The Last Mimzi” de 2007 están basadas en dos de sus relatos escritos junto a Kuttner.
Y ustedes, ¿qué otra pionera consideran que deberíamos rescatar del olvido? Y, regresando al tema del principio, ¿quieren que haga un especial sobre las autoras argentinas de Fantasía? Mariana Di Acqua, Vanesa O’Toole, Leonor Ñañez, Fernanda Bertonatti, Carolina Panero, Cecilia Hahn, Daniela Suarez, Graciela Rapán… Si es así, no tienen más que pedirlo, que pare eso estamos, faltaba más.
Gracias por haber llegado hasta el final, nos vemos en una próxima entrega de Una Historia de la Fantasía.
— o —
Te invitamos a seguir leyendo.
Envianos tus consultas a través del email hola@gcomics.online.
Son bienvenidas las propuestas e ideas.
También podés escuchar nuestro PODCAST.
Encuentra los libros que publicamos en papel en NUESTRA TIENDA.
— o —
Seguinos en Telegram, Facebook, Instagram y en Twitter para estar actualizado sobre las novedades de historietas y dibujo.
Estamos también en Google Podcast, Spotify, Itunes, Ivoox, Stitcher y TuneIn.